9 de abril de 2008

Buenos Aires a través de ojos ajenos

Hoy en día, ya no resulta extraño caminar por ciertos barrios y calles de Buenos Aires sin escuchar acentos extranjeros, mas aún personas hablando en inglés. Luego del declabe económico del 2001, llegan de a montones y algunos hasta eligen la capital Argentina para echar raices. No vienen buscando un mejor nivel de vida económico que bien podrían tener en sus países de origen pertenecientes al primer mundo; a la inversa de los expatriados argentinos, vienen porque les gustó la ciudad, su gente, su oferta cultural entre otras cosas. Se quedan porque se sienten cómodos acá y adoptan Argentina como su segunda nacionalidad.

Ahora bien, leyendo este artículo periodístico del diario australiano Sydney Morning Herald, como otros tantos similares, publicados en diversos medios extranjeros cuyos cronistas no tienen intenciones de promocionar el país, tan sólo escriben sobre sus experiencias aquí, siempre se la promociona a Buenos Aires como la ciudad más europea del cono sur, la París del Río de la Plata, la asignan como la capital cultural de América Latina. Exaltan sus cualidades arquitectónicas, su intensa vida nocturna – dicen que la ciudad nunca duerme - , la buena calidad en diseños de ropa, el cuero, la carne, el tango, su oferta teatral, en fin, todas las cosas lindas y accesibles para los bolsillos extranjeros. Estas notas tienen un tinte romántico sobre la ciudad porteña.

En la otra vereda, olvidan mencionar sus aspectos negativos. O sea, ante ojos extranjeros Buenos Aires sí pareciera ser una París del sur, ideal para radicarse aquí, pero ¿es así para los habitantes que viven acá los 365 días del año?, puedo aseverar que no es tal cual.

Vivir en Capital Federal

En un testimonio de un holandés en el artículo del SMH, dice que trayendo $10,000 dólares uno vive tranquilo por un año y no tiene que preocuparse por nada. Conseguir un departamento para alquilar es relativamente fácil trayendo dólares, ni siquiera hace falta tener una garantía. Pero por el otro lado, para un argentino, conseguir un departamento en Capital Federal sin garantías se vuelve una tarea imposible. Si no tenés un conocido, o una cuenta abultada en el banco, no te queda otra mas que abrir los clasificados del diario, dirigirte a alguna oficina ubicado en Once, que por cierto dan un poco de miedo entrar, y poner 200 pesos para que te consigan una garantía falsa. Obvio que esto es ilegal, pero bueno, otra no queda.

Una virtud de la ciudad es el transporte público, es variado, a toda hora y podés recorrer Capital de una punta a otra con monedas, pero, existen deficiencias. Si te molesta viajar como ganado, con la ñata pegada al vidrio, entonces no tomes el subte, menos en verano. Hora pico es todo el día, no existen diferencias. Existen proyectos para ampliar la red pero a muy largo plazo. Cada vez que llueve torrencialmente los subtes se inundan, salís empapado. Nuestros gobernantes parecen estar mas entretenidos cerrando acuerdos millonarios por un tren bala que buscando soluciones para mejorar el sistema hoy.

Los extranjeros a lo mejor si pueden tomarse un taxi para moverse dentro de la ciudad pero para los porteños, con las constantes subas de tarifas que hubo en los dos últimos años, se va a convertir pronto en un lujo.

La cartelera de cine se renueva todas las semanas. Hoy, sentarse a mirar una película en el Hoyts del Abasto cuesta 18 pesos de jueves a domingo, algo caro para el bolsillo porteño. Una familia de cuatro, si se le agrega una bolsa de pochoclos y un vaso de coca cola, termina gastando más de cien pesos.

Caminando la ciudad

A lo ancho y largo de Capital, la ciudad está llena de niños pidiendo por una moneda, madres sentadas en las veredas con sus bebés rogando por algo de comer y con el crepúsculo del atardecer, llegan los cartoneros para llevarse los desechos de la calle. ¿Existen estas postales en Praga, Londres o Milán?. Además de recorrer Palermo Hollywood, Barrio Norte o Recoleta, los periodistas que escriben sobre Buenos Aires ¿se dieron una vuelta por los barrios más marginales de la ciudad?. No parece ser ya que estos destinos no están descriptos en sus artículos.

Al leer estas notas escritas y publicadas en medios extranjeros, da la sensación que existen dos tipos de Buenos Aires, una para ellos y otra para los que viven acá. Dos realidades distintas según el acento que se tenga.

Texto y fotos Katherine Gallo

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