30 de julio de 2007

Fotos de Sydney...







Estas son un par de fotos que saqué en Sydney. Son film revelados en un B&W lab por mi (no están escaneadas, les saqué una foto con la digi cam para poder colgar acá). Son de Coogee beach, The Rocks y Newton.

23 de julio de 2007

Acá vamos...

Hola a todos,
Bueno por fin me pude sentar y crear este blog tan espera por mi hermana y por mi!
Bienvenidos a los que llegaron hasta acá para ver de que se trata. Quiero anticiparme y decirles "gracias" por tomarse el tiempo!!!

Básicamente quiero colgar y compartir con ustedes notas, trabajos prácticos que estuve, estoy y estaré escribiendo para TEA y alguna que otra ocurrencia & thoughts!.
Obviamente también van a encontrar en este rincón fotos de mi autoria. Como dijo el genial maestro Henri Cartier-Bresson: "La cámara es la prolongación de mi ojo".
Disfruten de este espacio y espero sus comentarios!
Hasta siempre...
Kathy

Nieve en Venado!



Un 9 de julio distinto...vista desde el patio de mi casa y del frente.

Atardeceres



Dani Zurita...la primera foto la sacó Debby, es un atardecer de Salta. La segunda un atardecer entre edificios de Buenos Aires.



Cachorritos de Lola



Pidiendo comida!. En la derecha está flaqui...siempre llegaba tarde para comer!

22 de julio de 2007

Curiosidades por Internet...

Secretos publicados online

Los secretos no se cuentan, a lo sumo se comparten con unas pocas personas de confianza. Pero a veces ni siquiera podemos compartirlos. Y es cuando sabemos que no los podemos contar que queremos que el mundo se entere, que queremos sacarlos de nuestro pecho, desahogarnos. Entonces, ¿que hacemos?…


Existe un blog donde miles de cibernautas encontraron la solución para sacarse los secretos angustiantes de adentro y compartirlos con milllones y millones de desconocidos, personas que por accidente, curiosidad, recomendación -o vaya uno a saber cómo-, encontraron
postsecret

Todos los domingos Frank Warren, autor y dueño del blog, sube postales que gente anónima le envía a su casa en Maryland, Estados Unidos. Son mensajes hechas a mano y con mucha creatividad- pueden estar hechos sobre carton, fotos, recortes de revista, entre otros-, que revelan los secretos más íntimos de gente anónima que prefiere compartirlos con extraños online.

Warren escribe en su página que “Postsecrets es un proyecto de arte comunitario continuo, donde cualquier persona envia anónimamente sus secretos sobre la cara de una postal hecha artesanalmente”. Cada secreto puede contener una esperanza, un arrepentimiento, fantasias, creencias, confesiones, deseos eróticos, traiciones, humillaciones o agradecimientos. Se puede revelar cualquier secreto con tal de que sea verdadero y no haberlo compartido antes con nadie; con la condición de que sean cortos- cuanto más corto, mejor-, escritos en letra clara y, lo más importante, que sean creativos.

Muchas personas encuentran en esta página secretos que les tocan de cerca porque están viviendo o pasando por la misma situación que el mensajero anónimo, alguien que tuvo el coraje que ellos no tuvieron para decirlo. Se pueden identificar por ejemplo con la persona que escribió “cada vez que teníamos sexo me acordaba de la ropa que tenía que lavar. Sí, eras así de malo”. O con aquella que contó que “aveces cuando estoy sola y aburrida, me emborracho enfrente del televisor”. “Hago ‘turbulencias’ en mi avión para los pasajeros que se paran cuando está prendida la señal de ajustarse el cinturón”, contó tal vez el piloto que te llevó la última vez que volaste.

Tal fue el éxito alcanzado del blog, que Warren editó tres libros de secretos revelados, y en reiteradas oportunidades dio conferencias y seminarios en distintas universidades de los Estados Unidos. Como muchos de los secretos pueden ser un tanto traumáticos para el que los escribe, Postsecrets publica número de teléfono de la asociación National Hopeline Network para que personas que necesiten hablar con alguien al respecto lo puedan hacer. Al final de la página se puede leer el mensaje de agradecimiento de Casie, que llamó al teléfono después de verlo en uno de los libros de Warren.

Para reír, llorar, para una mesa de café o como soporte emocional, Postsecrets- página Web y libros- funciona de acuerdo a las necesidades de quien manda sus secretos y de quien los lee. Ahora los secretos más íntimos son leídos por millones y millones de desconocidos, son secretos publicados. Secretos revelados al mundo entero.
Por Katherine Gallo - Junio 2007

Crítica de "Golpenado las puertas de la T.V"

Cruzar el umbral: de espectador a fanático de la t.v.

“A todos los une un comienzo compartido: haber sido espectadores, mirar y admirar, obsesionarse con forzar una cerradura , entender profundamente que entre su catálogo de vida extravagantes y la decisión que tomaron, se extiende un límite sutil y borroso: estar adentro o quedarse afuera”, esta es una opinión de Julián Gorodischer, autor de Golpeando las puertas de la t.v, que define su punto de vista de lo que significa cruzar el umbral del espectador común y volverse un fan de un programa de televisión, de artistas musicales y del espectáculo, los que sueñan con formar parte de ella.


Gorodischer cruzó ese umbral para poder experimentar desde adentro, lo que viven y sienten los protagonistas de este libro: los fanáticos de personajes de la t.v. “Es la aberración de querer pasar al otro lado, ese momento que nunca debería llegar si uno decide pertenecer a la casta del fan. Este sistema es el de la inmovilidad de clases, es la estanca división entre gente que mira y gente para mirar, y yo, en el ingreso, decidí ponerme a mirar como ellas”, puntualiza.

El autor carga con un trauma infantil causado por unas simples palabras dichas por su madre, “tonto hasta para ver la tele”. Esa frase lo marcó y fue un punta pie para escribir este libro. Su objetivo era mezclarse en los grupos de fanáticos, lo hizo, no le fue difícil lograrlo, “me acerqué para traficar influencias, ofrecerle una entrevista a cambio de su atención”. Otro método fue conquistar a su presa, como hizo con una fanática de Bandana.

En su investigación, encontró cientos de personas que comparten su mismo sentimiento, no es ajeno a lo que sienten los fanáticos, deja bien en claro que él también fue o es fanático de alguien del espectáculo o de la misma t.v. Sostiene con énfasis: “algún día teníamos que demostrar, nosotros, esta minoría a la que se margina por tener un ídolo, por hacerse adicto a una trama, que nos importa un carajo, entienden, este dedo que nos señala”.

Gorodischer asegura que los fans buscan “un fajo abultado, el reconocimiento social, la catarsis pública o el contacto directo con el famoso”, opina que mediante la televisión alcanzan su cometido y logran “ya no estar más del otro lado”. No dice si esto esta bien o mal, ni tiene una opinión crítica hacia los fanáticos que retrata. Más bien se entiende como una necesidad que tenia el autor de encontrar personas que comparten su misma patología y justificar estos sentimientos exponiendo la vida de otros fanáticos de la t.v parecidos a él.

Por Katherine Gallo - Mayo 2007

Entrevista a mi viejo...

CO-FUNDADOR DEL PRIMER CLUB DE PARACAIDISMO DE SU CIUDAD
Dueño de los cielos de la pampa
En el sur de Santa Fe, Juan Carlos Gallo co-fundó el Club de Paracaidismo Halcones. Saltaban con equipos viejos donados por la Fuerza Aérea.


En 1974, a 365 kilómetros de Capital Federal, Juan Carlos Gallo junto a seis amigos de su ciudad, co-fundó el primer y único club de paracaidismo que existió en Venado Tuerto. Amante de cualquier actividad que implique volar, fue primero piloto civil, paracaidista y criador de palomas mensajeras; actividad que aún hoy sigue manteniendo.

Hombre de pocas palabras, Juan Carlos siempre buscó oficios que lo mantuvieran fuera de una oficina: no soporta el encierro. En 1979, en busqueda de nuevos horizontes, emigró con su esposa y pequeña hija a Australia, donde vivieron durante doce años. De regreso a la Argentina y con tres hijos más en su familia, volvió para radicarse en su ciudad natal, en el sur de Santa Fe.

¿Cómo surgió la idea de fundar un club de paracadismo en Venado Tuerto?
Antes de ser paracaidista hice el curso de piloto civil en Venado y obtuve el carnet para conducir avionetas. Había muchos chicos que se acercaban al aeródromo porque les interesaban las actividades que se desarrollaban allí. En el aeródromo local conocí a los muchachos con los que fundamos el club de paracaidismo. Eramos alrededor de seis. Nos interesaba el paracaidismo y decidimos fundar el club. Había que tener un seguro de seis o siete personas para llevar adelante el proyecto.

¿Cómo fueron los primeros pasos para armar el club?
Una vez que formamos el grupo de seis o siete nos dirigimos a la Federación de Paracaidismo de Buenos Aires para averiguar los requisitos que se precisaban para formar un club. El primer requisito fue hacernos un examen psicofísico que se realizaba en la Fuerza Aérea. Una vez aprobado este exámen, te habilitaban para iniciar el curso de paracaidismo. El segundo paso fue encontrar un instructor oficializado por la Federación que pudiera dictar el curso y que estuviera dispuesto en viajar a Venado Tuerto los fines de semana. Por suerte, hubo varios instructores que estaban dispuestos a viajar y enseguida comenzamos con los cursos.

¿Fue el primer club de Venado Tuerto y de la región?
Sí, fue el primer grupo de paracaidismo que se fundó en la ciudad. En la región solamente estaba el club de Pergamino, pero acá en el sur de Santa Fe fuimos los únicos.

¿Cómo se llamó?
Lo nombramos “Club de Paracaidismo Halcones”

¿Porqué eligieron nombrarlo Halcones?
Elegimos “Halcón” porque es sinónimo del rey de los cielos de la cordillera, representa el que manda en lo alto. Es una insignia de fuerza en el aire.

¿Tenían algún apoyo económico externo para solventar los gastos de la actividad?
No, la única manera de reunir fondos para solventar nuestros gastos era asistir a los festivales que nos invitaban para saltar, festivales en distintas partes de Argentina. Los organizadores se ocupaban de pagarnos el pasaje, la estadía y todos los viáticos, con eso nos arreglábamos.

¿Con cuantos paracaidas contaban en el club?
Empezamos con uno. Al terminar el curso, la Federación nos obsequió un equipo bastante completo. Después nos contactamos con la brigada de paracaidismo de la Fuerza Aérea y gentilmente nos donaron dos equipos. Estos eran paracaídas que ellos habían dado de baja, ya no los usaban y no estaban en muy buen estado. Igual fuimos unos arriesgados: tuvimos coraje para saltar con estos equipos que estaban en condiciones precarias.

¿Cuando se disolvió el club?
Todo terminó por el factor económico. Los costos de la actividad eran cada vez más elevados y se hizo imposible afrontar dichos gastos. Las horas de vuelo iban en aumento, partes del equipo eran importados y difíciles de adquirir. Es una actividad bastante cara, dificil de realizarse con la inestable economía argentina.

¿Hiciste algún salto mientras vivías en Sydney?
Visité un club en las afueras de Syndey y la verdad me dieron muchas ganas de saltar. No lo hice porque el paracaidismo es un deporte donde prima el compañerismo, se realiza con amigos porque lo disfrutás más de esa manera. Saltar sólo no hubiese tenido el mismo gusto como cuando lo hacía con mis compañeros de Halcones en Venado.
Por Katherine Gallo - Septiembre 2006

Mi primera nota publicada en un diario...

Esta nota salió publicada en el diario de Venado Tuerto "El Informe" en diciembre del 2006.

EL DINOSUARIO ANTARTICO
Ricardo Ceppi, a 41 años de haber llegado al Polo Sur
Dejando huellas argentinas en el continente blanco
Se llamó “Operación 90” a la primera expedición argentina por tierra al Polo Sur. Fue uno de los diez miembros del Ejército Argentino que la integraron. Partieron desde la Base Belgrano y recorrieron 2.980 kilómetros ida y vuelta en 66 días.

El comedor de la casa en Venado Tuerto del suboficial principal Ricardo Ceppi se parece a un museo; es su pequeño museo personal. De sus paredes cuelgan fotos de sus diversos viajes a la Antártida, diplomas otorgados por el Ejército Argentino y lo que más llama la atención es una Bandera Argentina a la cual le falta una mitad. La otra mitad del paño quedó en el punto más austral de la Argentina, cuando flameó por primera vez el 10 de diciembre de 1965. Fue plantada por diez hombres argentinos que integraron la primera expedición terrestre que llegó al último rincón del mundo: el Polo Sur.

A los 75 años, Ricardo Ceppi sigue tan enamorado de la Antártida como cuando la pisó por primera vez a los 23. Tanto es su amor por el contienente blanco que en 1955 junto a su esposa, Catalina Carmen de Ceppi, fueron el primer matrimonio en casarse allí. En su último viaje, hace cinco años, los integrantes de la base Jubany lo bautizaron “el dinosaurio de la Antártida”.

“El motivo de llegar al Polo Sur no era hacer un rally”, subrayó Ceppi. Argentina necesitaba pisar la porción antártica que reclamaba para reivindicar sus derechos sobre ese territorio. “Seguimos los pasos del General Hernán Pujato, él sabía de la necesidad que tenía Argentina de ir”, añadió. Cuando en 1955 el general Pujato fue relevado, le cedió su cámara de filmar y le dijo “tome Ceppi, siga usted”. Es así como registró con esa cámara, la travesía de la expedición denominada “Operación 90” (por la exactitud latitud sur del polo).

El viaje de 1965 se empezó a gestar con 10 años de anticipación. En 1955, Ceppi –con experiencia mecánica- fue el encargado de recorrer fábricas de tractores en Estados Unidos y Cánada en busca de vehículos adecuados para el trabajo que tenían que realizar para llegar al Polo. Bajo un convenio que Estados Unidos mantenía con los países latinoamericanos de cederles material bélico, el gobierno del ex presidente John F Kennedy donó los seis tractores snow-cats que se usaron para la primera expedición al Polo Sur. Ceppi les hizo 60 reformas antes de mandarlos como prueba a la Antártida.

El mayor obstáculo que tuvieron que sortear durante los 66 días que duró el reccorrido fueron las grietas. “Una grieta abierta no es peligro, las tapadas son el peligro. Nosotros perdimos ocho trineos con toda su carga de combustibles y víveres”, recordó. Al preguntarle si alguna vez tuvo miedo de no llegar al Polo, contestó con una sonrisa pícara que “No”. Y agregó: “cuando uno tiene tantos años de ir y venir, el miedo es cada vez menos”.

Uno de los compañeros infaltables de ruta fue el mate. La foto que más se destaca en su comedor es de un jóven Ceppi con barba, arriba de su tractor naranja bautizado ‘Venado Tuerto’ con mate en mano. En un estante de la misma habitación, donde exhibe sus recuerdos, aún conserva una flauta alemana que lo acompañó durante la hazaña. “Yo iba tocando la flauta”, mencionó riendose. “Con el gran frío, la flauta se desformaba y yo la metía en el calefactor del tractor para calentarla”, apuntó.

La emoción de llegar al Polo Sur fue enorme para los expedicionistas. Estaban trazando un nuevo capítulo en las páginas de la historía Argentina. Ceppi comparó ese sentimiento con el nacimiento de un hijo. “Yo siempre digo algo que creo que es lo justo: es lo mismo que cuando a uno le nace el primer hijo. Por lo menos es lo que yo sentí, una emoción tremenda”, reflexionó.

Los diez integrantes de la expedición argentina apagaron el motor de sus tractores cerca de la estación polar norteamericana Amundsen-Scott. Lo primero que hicieron al llegar al Polo Sur fue abrazarse. “Cuando nosotros llegamos, salió un tipo en calzoncillos blancos gritando ‘this is my problem, this is my problem’”. “Claro, nosotros mirábamos y pensábamos que todos estos estaban locos” contó Ceppi. El problema de aquel hombre fue que el Ejército Argentino había realizado la misión en secreto y nunca le avisaron a las autoridades norteamericanas. Llegaron sin anunciarse. “Después el jefe de la estación nos explicó la situación y nos invitó a dormir en la base americana, era una ofensa si no lo haciamos”, comentó.

La patrulla arribó de regresó a la Base Belgrano el 31 de diciembre del mismo año. Una de las anécdotas graciosas que recordó Ceppi es que cuando llegaron a Buenos Aires “la ofensa de los Estados Unidos terminó en que nos pasaron la boleta por los cuatro días de estadia en la base Amundsen-Scott. Nos cobraron los cuatro días con comida”, exclamó. “Algo tenían que patear”, ironizó alegramente el dinosaurio de la Antártida.
Por Katherine Gallo - Noviembre 2006

Nota color última marcha de JC Blumberg...

Esta nota color la escribí el año pasado...Juan Carlos Blumberg ya no es más ´ingeniero´!
CONCENTRACION POR MAYOR SEGURIDAD

Plaza ideal para una noche especial
El ingeniero Blumberg reunió a sus seguidores por primera vez en la Plaza de Mayo. Alrededor de 20 mil personas lo acompañaron.

“Viva la patria”, volvió a escucharse en la Plaza de Mayo como otras tantas veces. Juan Carlos Blumberg convocó su quinta concentración en reclamo de mayor seguridad en un nuevo escenario. En esta ocasión, los ecos de sus reclamos y los de sus seguidores retumbaron por primera vez en las ventanas del despacho del presidente Néstor Kirchner. Blumberg hizo su debut en la Plaza de Mayo un día jueves, justo un día cargado con tanta historia.

La plaza y sus alrededores empezó a llenarse temprano de gente. Los seguidores de Blumberg salieron de sus oficinas del microcentro y se agruparon con el frío de este invierno bajo un cielo sin estrellas. Muchas corbatas, camisas blancas y costosos tapados inundaron el lugar. Reinó la calma. Al compás de la música serena de Diego Torres, varios entonando sus estrofas, la multitud esperó pacificamente la llegada del protagonista de la noche.

Cuando el reloj tocó las 19, las velas iluminaron Plaza de Mayo. “Color esperanza” retumbó con más fuerza y la gente movía sin cesar de un costado a otro sus velas. A espaldas de la Casa Rosada, pancartas con rostros conocidos, otros desconocidos llenaron el escenario. Al costado de la plaza, oficinistas que no bajaron, espiaban y alzaban sus velas desde las ventanas. Kirchner habrá hecho lo mismo desde la suya?

Blumberg no llegaba y la música de Diego Torres se repetía una y otra vez en los parlantes. Las luces blancas del Cabildo junto con las de la plaza brindaron una iluminación justa para la ocasión. Todo era paz. Todo era espera. Gente emocionada con lágrimas que corrían por sus mejillas abundaban. El ambiente estaba cargado de emoción. Pasaban los minutos y Blumberg aún no había pisado el escenario mayor. Las luces blancas, la noche tibia, las velas y la elección musical fueron el marco justo para una espera amena.

Los grandes ausentes de la noche fueron los bombos y tambores, tan presentes en cualquier acto argentino. Apenas se escucharon muy timidamente en el fondo de la plaza, como pidiendo paso.

Blumberg llegó, aún sonaba “Color esperanza” y la gente volvió a prender sus velas gritando “justicia, justicia”. Blumberg escuchó el pedido de sus seguidores. Queda por saber si también alcanzó a escucharse en los pasillos de la Casa Rosada.
Por Katherine Gallo - 31 de agosto de 2006